El hormiguero tuvo ayer el placer de tener como invitadas a “la ratita” y su madre. Siento el calificativo despectivo, pero me parece que Fran y Merino estuvieron muy acertados al inventarlo. Es divertido y le va al pelo: ella es pequeña (en tamaño), nerviosa y no para de chillar.
Pablo Motos estuvo muy comedido en sus comentarios, entiendo que para no ofenderlas, aunque al final pudo soltarse gracias a la actitud de las ex concursantes de Pekín Express. Hay que decir que fueron correctas y se rieron de sí mismas (o eso dieron a entender), sobre todo de los continuos lloros de la hija, algo que supieron aprovechar Trancas y Barrancas.
La pareca en cuestión ha sido una de las más polémicas, junto con la gay (uno de ellos era mala mala…). Se han ganado el rechazo de casi todos los concursantes y me atrevería a decir que también de gran parte de la audiencia. Y digo de casi todos los concursantes porque en las últimas jornadas los Juanes han entablado una educada amistad. Educada por no decir falsa.
A estos dos valencianos, que desde el comienzo han intentado quedar bien con todo el que se cruzaba en el camino, ya se les está viendo demasiado el plumero. He de confesar que desde el principio no simpaticé con ellos, especialmente con el hijo. Da la impresión de ser un listillo que nunca dice lo que realmente está pensando. La educación ante todo, pero no es posible que todos los concursantes le arranquen esa inmensa sonrisa “espontánea”.
El concurso se ha quedado con Fran y Merino, Antonio y Carmela, y los Juanes. Sabremos el ganador el 6 de diciembre, en la decimotercera etapa. Y podemos suponer que a partir de ahora pareja que salga, psreja que se acercará por el Hormiguero.
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