Como esta entrada viene con retraso por su temática confío en que tengáis memoria o ganas para buscar el asunto en Internet.
El pasado domingo día 1 Pekín amaneció nevada como no se recuerda desde el año 1938. Este manto blanco apareció en todos los telediarios españoles no solo por su importancia en plena sequía, sino porque fue provocada. Mediante la liberación a la atmósfera de nitrógeno líquido y yoduro de plata se consigue la reacción del hidrógeno y el oxígeno, que se condensa y forma agua o, en este caso, nieve. Que me perdonen los químicos si esto no es exactamente así, me guío por los medios y ya se sabe que algunas veces no son muy escrupulosos con los detalles científicos…
Pues bien, mientras en el llamado Occidente se compartía la creencia en un fenómeno meteorológico provocado, en el propio Pekín y toda China se aceptaba la nevada como una especie de bendición divina salvadora. Ocurrida durante la primera luna de noviembre, la nevada apareció en los telediarios chinos como un fenómeno natural y cuasimilagroso que les liberaba de la tremenda sequía sufrida.
Pero lo curioso del caso no es que los chinos de China tengan que escuchar y creer esa hipótesis (que, ojo, nosotros no compartimos porque nuestras democracias occidentales han afirmado algo distinto, no por ningún motivo riguroso y científico), sino que los chinos de occidente también la compartan.
Como experiencia personal contaré que la mujer china dueña del restaurante chino más cercano a mi casa ve la televisión de su país con una parabólica. Cuando preguntamos por la “nevada química” ella miró con extrañeza negando la mano del hombre en ese hecho tan celebrado en su país. Su Canal4 afirmaba la bendición que suponía la nevada y ella, pese a vivir en España y estar sometida a su cultura, incluidos sus medios y noticias, lo creía a pies juntillas. Y diréis: eso es que la mujer es muy ingenua. Puede ser, pero también lleva casi 20 años en este país e integrada en nuestra sociedad. Si después de ese tiempo cree más las noticias de su país que las del nuestro deberíamos preguntarnos qué clase de poderío ejerce China y, más aún, los medios a nivel global.
Esto puede llevarnos a afirmar que el control mediático ejercido por parte del Gobierno chino ha conseguido traspasar sus fronteras físicas. Y un control que llega hasta el otro lado del mundo y que además impera sobre el aquí reinante es algo preocupante. Pero lo que más debe llamarnos la atención es la reflexión sobre la influencia del poder en los medios de comunicación. Esto no solo aplicado a China, sino a todos los del planeta. Lo más peligroso es que aquí no se nos dice que lo que vemos y oímos está influenciado y en parte manipulado. Se da por supuesto que impera ese abstracto denominado “verdad”. Sin embargo, esto no es así y debemos estar atentos a los posibles intereses y dobles lecturas que hay detrás de todo lo producido y emitido.