Pepa Bueno intentando sacar algo de provecho, una mano a lo pico pollo, mirada dubitativa y rodeos que parecían la vuelta a España. Éste es el resultado de la breve entrevista que ha concedido el nuevo ministro de trabajo, Valeriano Gómez, esta noche a los informativos de Televisión Española.
Qué le diría a los 4 millones de parados con los que se encuentra, si se podría pensar que la reforma laboral es reformable al recordar que él estuvo presente en la manifestación y si sus años en UGT servirán para las negociaciones han sido las preguntas a las que Pepa Bueno ha intentado obtener respuesta. Pero parece que los cursos de habilidades comunicativas y cómo hablar en público han tenido un efecto de libro sobre el actual ministro.
Es natural escuchar respuestas evasivas, pero éstas en concreto lo han sido especialmente; sobre todo porque el recurso evasivo en cuestión era vago y se basaba únicamente en las palabras del gobierno, cuando, en realidad, las preguntas pedían información algo más personal. Sin embargo, esa gran periodista y presentadora que es Pepa Bueno no ha desistido en su empeño y ha insistido hasta obtener respuestas algo más concretas o hasta dónde se veía que se podía llegar, el ministro no daba más de sí.
Podríamos concederle un indulto a Valeriano Gómez por ser su primera entrevista como ministro, haberse enfrentado a preguntas incómodas y, por tanto, estar intentando lidiar con los nervios. Pero no creo que debamos caer en la compasión con este tipo de cosas. Ser claro es una de las mejores virtudes que puede tener un político (y de la que más suelen carecer).
Al ver estos minutos no he podido evitar pensar en el señor Obama, su presencia, su postura relajada pero completamente inmersa en las palabras que escucha y pronuncia, su ritmo, su tono (y estoy nombreando cuestiones de formato, no de contenido)… Sé que no es justo comparar estos polos no opuestos pero sí muy alejados de capacidad oratoria, pero ha sido inevitable que esto viniera a mi cabeza mientras contemplaba la mano a lo pico pollo moviéndose de arriba abajo rígida incesantemente cual gallina comiendo. Qué daño han hecho los bolígrafos inútiles, las gafas falsas, las manos unidas a lo señor Burns y los picos de aves…
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