La intolerancia es un mal bastante extendido y que alcanza distintos grados. Sin embargo, cuando uno acepta vivir con personas de distintas culturas se presupone que aceptará sus costumbres. Lamentablemente, las presuposiciones muchas veces se quedan en eso.
El “novedoso” programa de Cuatro Perdidos en la tribu (y novedoso entre comillas porque es importado de otros países europeos) nos enseña que muchas veces el más civilizado es el más salvaje.
Me quedé muy sorprendida al ver por primera vez este relity. Todas las familias son más o menos quejitas, que también es lógico debido al choque cultural, pero existe una especialmente maleducada. Es la integrada por una madre a lo Belén Esteban, sus dos hijos (a cada cual más insoportables) y el novio de la matriarca: los Recuero Oliva.
La primera vez que los vi iban a presenciar una matanza, y la señora madre se puso a chillar como una loca. Luego los niños llorando decían que así los animales sufren y lo curioso es que en esta familia nadie es vegetariano. Puede que tengan una idea idealista y llena de mariposas de la vida, pero una vez superados los cuatro años es necesario saber que comemos animales muertos y no carne cultivada en una carnicería. Un comentario muy extendido es el de que las mujeres también pueden realizar actividades de hombres. Sin embargo, tienen que tener en cuenta que se encuentran en una comunidad sexista y que sus propios integrantes no conciben otra forma de organización. No se puede pretender imponer costumbres occidentales siendo un visitante.
Lo sorprendente es la amabilidad con la que tratan esas gentes a todas las familias, en especial a la Recuerdo Oliva después de haberles ofendido en casi todos sus rituales. Cuanto menos tienen esas personas más dan a los demás, y es algo de lo que todos deberíamos aprender. También hay que decir que esta familia se está suavizando. Quién sabe si nuestros compatriotas en tierras lejanas son capaces de aprender de estas culturas, de su sencillez, su buen humor y su filosofía de vida.
El “novedoso” programa de Cuatro Perdidos en la tribu (y novedoso entre comillas porque es importado de otros países europeos) nos enseña que muchas veces el más civilizado es el más salvaje.
Me quedé muy sorprendida al ver por primera vez este relity. Todas las familias son más o menos quejitas, que también es lógico debido al choque cultural, pero existe una especialmente maleducada. Es la integrada por una madre a lo Belén Esteban, sus dos hijos (a cada cual más insoportables) y el novio de la matriarca: los Recuero Oliva.
La primera vez que los vi iban a presenciar una matanza, y la señora madre se puso a chillar como una loca. Luego los niños llorando decían que así los animales sufren y lo curioso es que en esta familia nadie es vegetariano. Puede que tengan una idea idealista y llena de mariposas de la vida, pero una vez superados los cuatro años es necesario saber que comemos animales muertos y no carne cultivada en una carnicería. Un comentario muy extendido es el de que las mujeres también pueden realizar actividades de hombres. Sin embargo, tienen que tener en cuenta que se encuentran en una comunidad sexista y que sus propios integrantes no conciben otra forma de organización. No se puede pretender imponer costumbres occidentales siendo un visitante.
Lo sorprendente es la amabilidad con la que tratan esas gentes a todas las familias, en especial a la Recuerdo Oliva después de haberles ofendido en casi todos sus rituales. Cuanto menos tienen esas personas más dan a los demás, y es algo de lo que todos deberíamos aprender. También hay que decir que esta familia se está suavizando. Quién sabe si nuestros compatriotas en tierras lejanas son capaces de aprender de estas culturas, de su sencillez, su buen humor y su filosofía de vida.